miércoles, 7 de octubre de 2009

Muerte en el 60




Poesía es aprender a callar.
A veces poesía es enmudecer
y morir.
Yo miro sus manos
colgado de la agarradera,
y miro también sus tetas, alternativamente.
La mujer que duerme abajo, sentada,
tiene los dedos finos y duros como balas,
y dos bombas molotov en la repisa.
La perspectiva es ciertamente belicosa.
El colectivero pega entonces un volantazo
y encara raudo por Junín.
Ella abre los ojos y me mira.
La mujer de manos de misil
descubre espantada que la miro
y tras considerarlo un poco,
alza su diestra y me dispara.
La muerte tiene el sabor
de un enamoramiento repentino,
o de un poema fulminado
por un balazo en el 60.

3 comentarios:

Acercandra dijo...

certero.

ote dijo...

gracias misteriosa acercandra

Anónimo dijo...

Rafa, por dios, escríbete algo.